Cuando nos diagnostican fibrilación auricular podemos tender a pensar que nuestra vida ya nunca será como antes. Podemos creer que tendremos que estar constantemente vigilando los posibles desencadenantes, estar alerta para controlar los síntomas súbitos y, en general, bajar el ritmo de actividad física.
Sin embargo, hay muchas cosas que podemos hacer para seguir con nuestra rutina o incluso, mejorar nuestra calidad de vida para estar más felices y saludables.
Es cierto que no es fácil eliminar por completo los síntomas de la fibrilación auricular (FA), pero podemos reducir su intensidad y frecuencia introduciendo algunos cambios claros y sencillos en nuestro día a día. A continuación, os proponemos unas técnicas para mantenernos saludables:
Hacer deporte de manera regular
Este consejo aparece en todas las campañas para promover la salud cardiovascular, y lo seguiremos recomendando tantas veces como sea necesario: si queremos fortalecer nuestro corazón, el deporte debe formar parte de nuestra rutina. Por supuesto, convivir con la FA significa no ignorar ciertas limitaciones, por lo que es recomendable que comentemos la rutina de ejercicios con nuestro médico y prestemos atención a las señales de nuestro cuerpo.
El ejercicio extenuante puede empeorar el latido irregular del corazón, pero el ejercicio moderado puede proporcionar beneficios a largo plazo, como perder peso y reducir la presión arterial, lo que ayuda a prevenir la insuficiencia cardíaca, uno de los principales riesgos de los pacientes con FA. Combinar el ejercicio aeróbico moderado con estiramientos y actividades como el yoga puede ser beneficios. Si deseas más información, no dudes en consultar nuestro artículo Hacer deporte con fibrilación auricular
Reducir el estrés
El estrés no es solo un desencadenante frecuente de la FA, sino que también afecta a la intensidad de los síntomas. El estrés psicológico, que se puede manifestar en forma de ansiedad y depresión, es la mayor causa de las consultas médicas relacionadas con la FA. Si uno tiene tendencia a sufrir ansiedad o está viviendo una situación muy estresante, hasta los síntomas moderados de la FA pueden retroalimentar este círculo vicioso.
Para abordar el estrés es recomendable contar con el apoyo de un especialista para tomar conciencia y descubrir qué nos provoca el estrés, cuándo suele aparecer y por qué es tan difícil controlarlo.
Reducir la ingesta de sal
Hoy en día consumimos muchos alimentos procesados que presentan grandes cantidades de sal. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la ingesta de sal en adultos no debe superar los cinco gramos por día, para reducir la presión arterial y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Cuando se consume en exceso, el equilibrio mineral del organismo se desestabiliza, la presión arterial aumenta y el ritmo cardíaco puede verse afectado.
Un primer paso es reducir la cantidad de sodio en la dieta, lo que significa disminuir la comida procesada. Las etiquetas nutricionales siempre nos aportarán la información que necesitamos para valorar si estamos ante un producto alto o bajo en sal.
Evitar los estimulantes, como la cafeína y el alcohol
Si tenemos tendencia a presentar alteraciones del ritmo cardíaco, deberemos moderar la ingesta de estimulantes. La principal fuente de cafeína que conocemos es el café, pero esta también puede estar presente en otros productos. Recuerda que los estimulantes pueden encontrarse enmascarados dentro de productos que parecen inofensivos. Las bebidas energéticas son las que entrañan más peligro, puesto que contienen una gran cantidad de sustancias estimulantes.
Por otra parte, el alcohol es uno de los estimulantes más frecuentes y tiene un efecto directo en la salud del corazón. Tan solo un par de copas puede aumentar la presión arterial y el riesgo de sufrir palpitaciones, por lo que la moderación es fundamental. Se preguntará, ¿qué significa “moderación” en una persona con FA? Pues esto depende de la fisiología de cada uno, por lo que te recomendamos que consultes con su médico.
Poner en práctica estos consejos y establecer una rutina
¿Cuánto tiempo cuesta adquirir un hábito? Depende de lo que nos cueste incorporarlo y de lo rápido que nos acostumbremos a practicarlo. Algunos estudios sugieren que, para que un nuevo comportamiento se convierta en automático, se necesitan algo más de dos meses. Esto significa que tendremos que concentrarnos en los nuevos hábitos durante un tiempo, sobre todo cuando se trate de cambios en la actividad física y la alimentación. Así como monitorizar nuestro ritmo cardíaco con KardiaMobile nos puede ayudar a detectar precozmente cualquier contratiempo
Es fácil caer en los viejos patrones de conducta, en especial cuando la vida se nos complica. Estableciéndonos metas asequibles podemos tener una actitud más positiva y conseguirlo más fácilmente. La idea es que adoptar cambios positivos y duraderos por el bien de nuestra salud.
Fuentes: