La tensión arterial alta —o hipertensión— es una de las principales causas de fibrilación auricular en los adultos. Descubra por qué sucede y cómo puede controlar sus síntomas para mejorar su salud a largo plazo.
Así es cómo la hipertensión puede causar fibrilación auricular (FA)
La fibrilación auricular es una arritmia cardíaca y suele darse independientemente de que exista otra enfermedad cardíaca. Pero, aunque es posible que no provoque un ataque al corazón u otras consecuencias graves para el miocardio (el músculo del corazón), existe una relación entre la FA y otros problemas cardiovasculares más generales, sobre todo, la hipertensión.
La tensión arterial alta —o hipertensión— es una de las principales causas de FA en los adultos. Estos dos trastornos suelen aparecer después de los 50 años, y su origen puede radicar en hábitos o un estilo de vida poco saludables. Solo por tener hipertensión no es seguro que acabe sufriendo fibrilación auricular, pero su relación es demasiado importante como para ignorarla: la hipertensión puede dañar los tejidos y el miocardio de tal forma que, con el paso de los años, acabe alterándose el impulso eléctrico del corazón.
Otro componente frecuente de la hipertensión y la fibrilación auricular es un riesgo considerablemente elevado de padecer un ictus: alrededor del 75 % de las personas que padecen un ictus también tienen hipertensión. Para evitarlo, es fundamental que adopte lo antes posible un plan terapéutico específico y cambios positivos en su estilo de vida para evitar complicaciones más graves.
¿Cómo provoca fibrilación auricular la hipertensión?
Cuando la sangre se bombea con fuerza contra las paredes arteriales durante mucho tiempo, el riesgo de padecer FA aumenta de forma considerable. Para explicar esto, existen varios motivos:
Desgaste arterial. Las arterias son flexibles y pueden soportar bastante estrés, pero cuando se someten a demasiada presión, la fuerza debilitará las paredes de las arterias, después se estrecharán y, por último, impedirán el flujo sanguíneo normal. Cuando la sangre no puede circular como debiera, el miocardio funciona menos eficazmente. De hecho, un flujo sanguíneo bajo (isquemia) ocasionado por unas arterias dañadas puede afectar a las señales eléctricas del corazón.
Cambios estructurales. La hipertensión obliga al corazón a bombear cada vez más fuerte. Cuando el corazón llega al límite durante demasiado tiempo, el músculo no se hace más fuerte, sino que acaba debilitándose y volviéndose más rígido. Con un músculo cardíaco menos flexible y atrofiado, las señales eléctricas no se pueden transmitir con tanta facilidad y esto puede ocasionar fibrilación auricular.
Cuanto más tiempo sufra hipertensión, mayor probabilidad tendrá de padecer FA. No mantener la tensión arterial dentro de un intervalo saludable (130/85 mm Hg), sobre todo después de los 50 años, es posiblemente la peor forma de controlar o prevenir un trastorno del ritmo cardíaco.
Controlar los síntomas para tener una salud longeva
Sin duda, todos deseamos que nuestro corazón esté sano, pero también debemos pensar en la salud de todo el cuerpo. Reducir su elevado riesgo de padecer un ictus debe ser la máxima prioridad cuando se padece fibrilación auricular e hipertensión. Al fin y al cabo, la hipertensión duplica el riesgo de sufrir un ictus y la FA lo aumenta hasta nada menos que cinco veces más que la media.
Afortunadamente, usted dispone de herramientas para controlar ambos trastornos. En cuanto conozca las dos cifras de su tensión arterial y la naturaleza de la FA que padece, puede elaborar un plan de acción con los consejos y las opciones de tratamiento que le proponga su médico. Hay cinco pasos a tener en cuenta para reducir sus riesgos de salud, además de sus síntomas.
1 – Tómese en serio los consejos de su médico. Las indicaciones de su médico no son simples sugerencias, sino que son instrucciones estrictas para que usted siga sano y salvo. Es posible que su plan de tratamiento incluya la toma de medicamentos para controlar los distintos trastornos, puede que anticoagulantes para la FA y una serie de medicamentos específicos para la hipertensión, todos ellos forman una importante línea de defensa.
La medicación no es algo que se pueda dejar de tomar cuando desaparecen los síntomas, ni la cantidad y combinación específicas de medicamentos es algo arbitrario: su médico elige su plan terapéutico con cuidado, y usted debe confiar en su experiencia y seguir el plan de forma rigurosa.
2 – Comprométase a mejorar su estilo de vida. La FA y la hipertensión pueden afectar a personas sanas, pero en muchos casos, existe un componente del estilo de vida que empeora el problema. Revise su dieta y su nivel de actividad con honestidad y adopte medidas para mejorarlos. Reducir el consumo de sal y alcohol (menos de una copa al día en el caso de las mujeres y menos de dos en el de los hombres) es más sencillo de lo que puede pensar, y una vez que comience a practicar deporte de forma habitual, dejará de parecerle una obligación. La pérdida de peso puede reducir la tensión arterial y los episodios de FA.
3 – Esté atento a los signos de alerta. Las interacciones entre medicamentos no son poco frecuentes y pueden ser muy peligrosas. Si padece algún efecto adverso preocupante de los medicamentos que le han recetado, no dude en consultarlo con su médico. Tenga en cuenta que las vitaminas y los medicamentos que se venden sin receta médica, aunque parezcan inofensivos, también pueden ocasionar problemas.
En algunos casos, un suplemento puede reducir la eficacia de los demás medicamentos o, incluso, reaccionar perjudicialmente. Por ejemplo, la warfarina (que se receta con frecuencia para tratar la FA) puede perder su eficacia si toma demasiada vitamina K, y la tensión arterial puede aumentar con los antinflamatorios no esteroideos (AINE), como el ibuprofeno y el naproxeno (analgésicos sin receta médica).
4 – Relájese periódicamente. El estrés suele ser con mucha frecuencia la causa de los episodios de FA y está demostrado que favorece la hipertensión. También puede provocar numerosos problemas mentales y físicos, por lo que cuanto menos estrés tenga, mejor para su cuerpo. Reducir el estrés diariamente puede influir positivamente en la forma de experimentar y controlar sus trastornos cardiovasculares.
La relajación muscular progresiva y el yoga son dos grandes maneras de incorporar la reducción del estrés en su rutina diaria, aunque existen otros tipos de terapias, desde colorear libros hasta la meditación con la técnica de la consciencia plena, que pueden ayudarle a conseguirlo día tras otro. Suele afirmarse que el deporte es la mejor manera de reducir el estrés, así que busque alguno que le guste y practíquelo tanto como pueda.
5 – La terapia de la ablación por radiofrecuencia en la fibrilación auricular puede ser una opción. Si puede controlar la FA que padece, la hipertensión será más fácil de tratar. A su vez, su médico podría sugerirle un procedimiento invasivo, como la ablación con catéter, para eliminar la FA.
De igual modo, reducir la tensión arterial puede servirle para controlar mejor la fibrilación auricular y, por lo general, eso se consigue cuidando su estilo de vida y cumpliendo adecuadamente con su tratamiento. En cualquier caso, su médico es su gran aliado: hable con él sin miedo sobre sus preocupaciones, sus opciones y sus tratamientos de forma periódica.